Me preguntabas una y otra vez en medio de la noche, que decidí sería de caricias y no de conversación.
Me frenaste en medio de tus brazos y me preguntabas nuevamente qué éramos, a qué jugábamos, si podrías alguna vez estar seguro de lo que yo sentía por ti, si…
Y yo te callaba con un beso, evadiendo el muro de verdades, emprendiendo el salto para no chocar de frente.
Comenzabas de nuevo la batalla, me exigías más esfuerzos de los que yo quería dar. Me obligabas a tratarte con verdad mientras te obligaba a acariciarme, convenciéndote que dejaras eso para otra vez.
Hoy no quiero decir lo que siento.
Ni siquiera decir que te quiero.
Aún recuerdo tu expresión. Tu mirada llena de desconsuelo y de traiciones. Como me culpabas y yo sin excusas para defenderme.
Como te vi partir para siempre. Como memoricé tu espalda mientras ocultabas tus lágrimas. Y tú, sin poder ver las mías que comenzaban a caer.
¿Cuándo aprenderás a amar? Me preguntaste.
Te callé con otro beso, opté por el silencio.
Y cuando te marchaste supe que había aprendido, pero demasiado tarde.
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lunes, 19 de noviembre de 2007
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